PROCEDIMIENTOS TÉCNICOS
PRELIMINARES COMO PASOS ESPECÍFICOS DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL (CRIMINALÍSTICA
DE CAMPO).
Los pasos específicos de la
investigación criminal son los siguientes:
La protección del sitio
del suceso
La protección tiene por objeto no
permitir el ingreso de personas extrañas que puedan alterar, mover o destruir
elementos físicos de prueba (indicios), rastros, huellas o cualquier otro
elemento. Una vez en el lugar del hecho, debe protegerse el interior y exterior
del lugar, mediante el aislamiento de la escena. Verificar y registrar (sin
alterar la escena): ubicación del lugar y características, hora en que ocurrió,
número de víctimas (heridos, muertos), causa del hecho y una breve descripción
de este (tipo de armas, vehículos implicados), presencia de sospechosos o
presunto autor o partícipes capturados o fugitivos. En éste último caso, método
y ruta de huida, rasgos físicos, características y vestimenta en general, datos
que investigativamente pueden ser útiles. Si es del caso, avisar y coordinar la
atención médica, precisar la situación de seguridad en el sector, necesidad de
apoyo y riesgo para su equipo.
Desalojar a los curiosos y
colocar un cordón de protección; para ello, usar sogas, cinta plástica u
objetos que impidan el paso.
Es conveniente seleccionar las
áreas por dónde se ha de caminar a fin de no borrar, contaminar o alterar
elementos materiales de prueba que puedan ser detectados a simple vista; así
mismo no mover o tocar nada, ni permitir que se altere el lugar mientras no haya
sido observado y fijado. En ésta fase, el investigador criminal y el
criminalista debe acopiar los elementos físicos de prueba para la
reconstrucción del hecho. (López, et al, op.cit, p.20-21).
La observación del sitio
del suceso
La observación debe centrarse
en el sitio del suceso en una forma directa y macroscópica, sobre todo en sus
evidencias y sus particularidades. Es importante que en el sitio del suceso se
utilicen sólo cuatro sentidos, cuyo primer orden de aplicación debe
considerarse la vista, el olfato, el oído y en último término el tacto que
jugará un papel muy importante para el manejo y colección de los indicios,
previa fijación de los mismos. Una vez que el sitio ha sido observado en forma
meticulosa, así como sus evidencias y previa selección de las mismas, se
procederá a la investigación de la realidad del mismo. (Arburola, op.cit,
p.42-43).
La observación criminalística del
lugar de los hechos consiste en el escrutinio mental activo, minucioso,
completo y metódico que del propio lugar realiza el investigador con el fin de
descubrir todos los elementos de evidencia física (material sensible
significativo o indicios) y establece la relación que guardan entre sí y
con el hecho que se investiga.
Los fines de ésta observación
son:
- Comprobar
la realidad del presunto hecho delictuoso, y
- Encontrar
suficiente evidencia física que permita, por una parte, identificar al
autor o autores y, por otra, conocer las circunstancias de su
participación. (Moreno, op.cit, p.47).
Con relación a la observación
criminalística del lugar de los hechos, es conveniente tener presente los
siguientes aspectos:
- Realizarla
en las mejores condiciones posibles, fundamentalmente buena iluminación
(natural o artificial); y auxiliarse cuando el caso lo requiera de
instrumentos ópticos (lupa, microscopio, etc.).
- Practicarla
sin dilación, de ser posible en cuanto tenga conocimiento del hecho pues “conforme
pasa el tiempo la verdad huye”, según dice un aforismo criminalístico.
- No
prescindir de ningún detalle, por nimio que parezca, pues lo que a primera
vista puede parecer insignificante, por la fuerza de las circunstancias
puede convertirse en evidencia valiosa. Al respecto, Hanns Gross dejó
escrito: “El más leve detalle, lo que más baladí parece, suele ser en
ocasiones clave que nos conduce a la averiguación de la verdad, según lo
comprueban la mayoría de las causas célebres y acredita la experiencia
propia.”(Moreno, op.cit, p.46).
La
fijación del sitio del suceso
Esta forma parte esencial de las
diligencias preliminares y se aplica a todo tipo de delito. Se realiza antes de
proceder a levantar, embalar y enviar al laboratorio cualquier elemento físico
de prueba. El lugar de los hechos debe ser fijado previamente, luego se procede
con las técnicas de colección y embalaje. (López et al, op.cit, p.26).
La fijación del lugar de los
hechos se basa en cuatro técnicas a saber:
- La
descripción escrita.
- La
fotografía forense.
- La
planimetría forense.
- El
moldeado. (Arburola, 1992, p.44).
La descripción escrita. Repasar
el Artículo 186 del C.O.P.P.
Consiste en narrar por escrito
utilizando las técnicas de redacción de informes, relacionado lo que en el
lugar de los hechos se encuentra características, ubicación geográfica o
poblacionales, orientaciones, sus dimensiones y forma, los elementos o muebles
que en él existen, la misma distribución en que se hallen, y por supuesto, todo
lo atinente al delito investigado incluyendo descripción y ubicación precisa de
cada indicio que se encuentre.
Es el más simple y elemental de
las medidas de fijación y se halla al alcance de la policía de vigilancia, de
la policía judicial (investigadores) del fiscal y de cualquiera autoridad
judicial que le compete investigar. Deberá ser una ayuda descriptiva del lugar
de los hechos e incluirá:
-Fecha-hora y localización de la búsqueda.
-Tiempo atmosférico y condiciones de luz.
-Identidad de las otras personas participantes.
-Órdenes e instrucciones impartidas al personal.
-Condiciones y posición de los elementos materiales
de prueba encontrados. (López et al, op.cit, p.27).
Cuanta evidencia física sea
descrita, siempre se señalará su ubicación, cuando su naturaleza lo permita,
también se hará referencia a su posición, orientación, forma, cantidad, etc. Es conveniente señalar que el
procedimiento varía según se trate de recintos cerrados o lugares abiertos. En
el primer caso, una vez abarcado el conjunto, se fijarán enseguida las vías de
acceso (puertas, ventanas, etc.), continuándose con el piso, paredes, techo,
muebles, herramientas, armas, proyectiles, casquillos, impactos, manchas y
cadáver, si lo hay.
A fin de descubrir la evidencia
que pudo haber sido ocultada por el autor o autores, se revisarán los servicios
higiénicos, despensas y sitios oscuros. En el igual caso (lugares abiertos), a
partir de hacer un examen minucioso del propio sitio, es aconsejable hacer lo
mismo con los alrededores, aplicando los procedimientos de rastreo
criminalísticos que para éstos casos están señalados.
La fotografía forense
La fotografía es la constante
revelación de lo que el investigador vio e incluso, a veces de lo que se dejó
ver, pues la placa fotográfica registra lo que pasó desapercibido al ojo
humano. El documento gráfico significa que en cualquier momento nos
recordará de una manera fiel en el lugar de los hechos y como se encontraba:
cadáver, armas, manchas, huellas, etc.
En virtud que el lugar de los
hechos puede sufrir cambios significativos conforme pasa el tiempo, bien sea
por la acción de factores cosmotelúricos principalmente lluvia; bien por
la intervención de personas ajenas a la investigación, entre otros, familiares,
amigos, curiosos; por errores de investigadores descuidados o inexpertos, la
primera medida en el inicio de la investigación será sacar fotografías, para
que de éste modo quede un registro de cómo fue encontrado el escenario de los
hechos. Para que la fotografía del lugar de los hechos sea útil desde el
punto de vista criminalístico debe cumplir con dos condiciones principales:
exactitud y nitidez. El documento, por lo tanto debe reproducir fielmente el
lugar fotografiado, tanto los grandes como los pequeños detalles. (Moreno,
op.cit, p.48-49).
Las fotografías en el lugar de
los hechos ayudan a captar y mostrar el estado original del mismo y sirve como
registro permanente de los detalles, para que quién posteriormente las observe
adquiera una percepción clara del lugar de los hechos y las disposiciones de
los objetivos; además, actúan como una especie de memoria artificial. Asimismo
la documentación fotográfica ofrece registros tangibles y corroborativos para
la validez de las pruebas en la comisión de un delito. Es un recurso aplicable
y utilizable en el futuro, con el cual el investigador podrá apreciar circunstancias
o detalles que en las primeras diligencias pudieron omitirse, pero que en el
transcurso de las averiguaciones podrán rescatarse con ayuda de la fotografía.
La planimetría forense
La planimetría se encarga de
estudiar, evaluar y representar gráficamente la forma y precisión como se
encuentra el cuerpo (occiso) y cada uno de los diferentes elementos materiales
de prueba encontrados en el sitio mediante el empleo de técnicas de medición
que darán vida al croquis inicial y posteriormente al plano final a escala, el
cual aportará información gráfica y brindará al funcionario del lugar,
contorno, ubicación de muebles e inmuebles, objetos, elementos materiales de
prueba y posición final del cadáver, entre otras.
El análisis de estos aspectos
reviste gran importancia a la valiosa información que se les suministre al
fiscal e investigadores.
Entre las principales funciones
del planimetrista, se tienen las siguientes:
- Realizar
la fijación de sitios y sucesos por medio de planos, croquis y dibujos.
- Efectuar
el diseño manual y técnico de las características del lugar, sitio y otros
elementos encontrados en el lugar de los hechos.
- Elaborar
los croquis, según la naturaleza o escenario dónde se produjo el suceso.
- Proyectar
en otras dimensiones las diferentes trayectorias de proyectiles (según el
caso).
- Interpretar
con un diseño a escala los objetos incriminados.
- Elaborar
reproducciones de objetos y otras especies materiales del delito, con base
en las descripciones de testigos.
- Confeccionar
retratos hablados de personas buscadas con apoyo de descripciones. (López,
et al, op.cit. p.28).
El moldeado
En ocasiones se encontrarán en el
lugar de los hechos, ciertos indicios consistentes en huellas negativas
consistentes en huellas negativas impresas sobre superficies blandas, como:
lodo, arena, tierra suelta, nieve, etc., producidas por pisadas calzadas o
descalzas, así como por neumáticos, bastones, muletas, patas de animal, etc.,
para lo cual será necesario recurrir a la técnica del moldeado de huellas, a
fin de levantarlas y estudiarlas comparativamente de molde contra molde. (Montiel,
op.cit, p.172).
Cuando en terreno blando se
encuentran huellas de pisadas o de vehículos, o bien en soportes sólidos se
aprecian huellas de fractura, aparte de describirlas, fotografiarlas y
dibujarlas, es conveniente sacarle el respectivo molde, pues éste complementa
valiosamente los procedimientos referidos. Es conveniente no olvidarse que se
debe hacer un molde tanto de las huellas encontradas en el lugar de los hechos
como de las producidas con el objeto sospechoso, para proceder posteriormente
al confrontar molde con molde. (Moreno, op.cit, p.52).
Colección
de las evidencias físicas
Para no alterar las huellas y
conservar las que están, se indican algunas técnicas para la colección adecuada
de los indicios en el escenario del suceso a fin de conservarlos primitivamente
como las dejó el autor después de la consumación del hecho que se investiga. La
colección de indicios se efectúa después de haber observado y fijado el lugar
de los hechos y, se lleva a cabo con tres operaciones fundamentales que son:
Levantamiento
Es aquella operación que permite
recoger la evidencia del sitio del suceso. (Arburola, 1992, p.46).
El manejo inadecuado de la
evidencia física conduce a su contaminación, deterioro o destrucción, siendo
ésta la causa más frecuente que impide su ulterior examen en el laboratorio.
Por ésta razón, cuando llegue el momento de proceder a su levantamiento, se
realizará con la debida técnica a fin de evitar tan lamentables consecuencias.
A continuación se señalan algunas
reglas fundamentales relacionadas con el manejo de la evidencia física y que
todo investigador debe tener siempre en mente.
- Levantar
toda evidencia física, siendo preferible pecar por exceso que por defecto.
- Manejarla
solamente lo estrictamente necesario a fin de no alterarla o contaminarla.
- Evitar
el contaminarla con los instrumentos que se utilizan para su
levantamiento, los cuales deberán ser lavados meticulosamente antes y
después de su uso.
- Levantarla
por separado, evitando mezclarla.
- Marcarla
en aquellos sitios que no ameriten estudio ulterior.
- Embalarla
individualmente, procurando que se mantenga la integridad de su
naturaleza. (Moreno, op.cit, p.71-72).
Embalaje
Se entiende por embalaje aquella
maniobra que se realiza para guardar, inmovilizar y lograr la protección de un
indicio. (Arburola, 1992, p.46).
El objeto principal de embalar un
indicio consiste en individualizar y garantizar la integridad del
elemento probatorio, y por tanto después de haber levantado los indicios, es
necesario protegerlos en recipientes propios a efectos de que lleguen sin
contaminación ni alteración al laboratorio y los resultados de sus análisis
sean auténticos y confiables.
Los principales componentes del
embalaje de la evidencia son:
- El
embalaje interno, cuya finalidad es proteger directamente al
indicio de contaminación, derrames y pérdida de características de interés
desde el punto de vista pericial.
- El
embalaje externo, que como su nombre lo indica, será el embalaje
final, el cual debe encontrarse debidamente lacrado para garantizar la
integridad legal del indicio.
- Sellado
o lacrado, que
garantiza la integridad del indicio contenido en el recipiente, evitando
su alteración, sustitución o extracción. Consiste en la operación de
sellado del embalaje externo; este se debe realizar con una cinta adhesiva
que permita escritura sobre ella, colocada en cada una de las aberturas
del recipiente (bolsa, caja, sobre, etc.) que lo contiene. Sobre ésta
cinta se consigna el nombre de la persona responsable del levantamiento de
la evidencia. Se debe hacer de forma que la escritura atraviese la cinta y
parte del recipiente de embalaje. Una buena medida de seguridad, es
colocar sobre el nombre un trozo de cinta adhesiva trasparente de modo que
la escritura quede protegida de factores externos que la pueden dañar, y
para asegurar que el empaque no puede ser violentado. (Salas, 2006,
págs. 3-4).
Etiquetado
Es la operación final que se
efectúa con el objeto de reseñar el lugar de procedencia del indicio en
cuestión. El etiquetado debe llevarse a cabo en todos los casos, separando un
indicio de otro, es decir individualizándolos y adjuntándoles una etiqueta que
mencione lo siguiente: a) El número de acta o averiguación previa; b) El lugar
de los hechos; c) La hora de intervención; d) La clase de indicio; e) El lugar
preciso de dónde se recogió; f) Las huellas o características que presenta; h)
la fecha, nombre y firma del investigador que lo descubrió y que lo
suministraba al laboratorio. (Montiel, op.cit.p. 114).
En síntesis el etiquetado tiene
como función principal individualizar e identificar al indicio. Esto se logra
con el llenado de las etiquetas oficiales, que para tal efecto existen donde
deben consignar todos los datos que este documento exija. (Salas, op.cit,
p.4).
Suministro de la
evidencia física al laboratorio
El trasporte o suministro de las
evidencias físicas al laboratorio se deben realizar bajo estrictas normas de
seguridad para evitar alteraciones, pérdida, deterioro o contaminaciones de las
mismas. Lo más seguro y recomendable para el envío de una evidencia física, es
que sea el propio personal que investiga el hecho el que se encargue del
traslado de las evidencias al laboratorio. Es importante que no se envíen en el
mismo bulto, indicios que corresponden a más de un caso, ya que éstos pueden
ocasionar inconvenientes como mezcla indebida de indicios. (Arburola, 1992,
p. 52).
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